La tarde del lunes 4
de mayo de 2009, César se encontraba sacando del baúl de su memoria algunas
cosas pendientes, algunas cosas que paseaban por esa pequeña caja dorada cuyo
nombre de pila es Cabeza. Una tormenta
le había jugado mala jugada a César y había humedecido la pequeña caja dorada,
haciendo su cerrojo un poco oxidado y prohibiendo que viera que había varias
notas musicales que gritaban por salir desde hacía unos días. La novia de César, Janett, introdujo algunas
semanas atrás esas notas, escondiéndolas en su mente para sorprenderlo con
lisonjas y loas de su amor, esperaba que él las encontrase y pudiera sentirlas
al nivel que ella. El incauto César se consiguió unas pinzas y haciendo uso de
su fuerza y destreza abrió el cerrojo para abrir la Cabeza, una vez abierta
revisó el interior, y un festival de luces explotó a su alrededor, luces rojas,
verdes, amarillas (como las manzanas de su novia), purpuras y rosas pintaron su
cuarto. Las notas salieron alegremente a
seguir con esa animada fiesta, César pudo escuchar embelesado cada una de las
loas que su fiel novia había guardado para él, lagrimas de alegría resbalaron
por su mejilla, era afortunado de escuchar y sentir la intensidad de su amor
para con su amada.
"Viendo tus ojos
puedo descifrar el universo, el viento suave, el azul del cielo al fin lo
entiendo que el mundo gira y que algún día he de morir contigo". Le
murmuró una de las notas a su oído, "Y en esta historia no existe el
tiempo porque en tus brazos reinventé el universo, al fin entiendo que el
pasado y el futuro solo existen hoy", continuaba diciendo. César comprendió que ese era justo su
historia, su tiempo, su presente y su futuro, aquel que se cantaba, aquel que
compartía con tanta pasión con su amada y sonrió, porque sabía lo que
significaba, era su historia juntos y como gritó por último la nota: y hoy te
amo!
Otra nota se posaba
en su hombro, cándida le cantó con dicha, le decía tengo 15 por ahora, atrapado
en los 10 y los 20, y solo sueño, cuento los caminos que llevan hacía ti. Tengo 22 por ahora, ella se siente mejor que
nunca y estamos encendidos, encontrando nuestro camino de regreso de Marte. 15 aun tienes tiempo, tiempo que comprar y
tiempo que perder. 15, no hay mejor deseo que este, cuando solo tienes 100 años
para vivir. César se movía al ritmo del
piano, la voz suave de la nota, circulaba por sus venas, las inflaba de
tranquilidad y de ternura. La nota
seguía, y la vida pasó por un momento, 33 años, 45 y 67 años, y el mar y las
estrellas protagonizaban la sabiduría del momento, los 99 años la reflexión de
todo lo que nos forma en el camino.
César entendió que esa era la forma en que su novia quería expresarle que
esos años los vivirían juntos, que verían el sol elevarse, que observarían el
mar, que con cada pestañeo una pieza más de su rompecabezas se formaría y que
estarían de la mano a los 99 años, porque solo tenemos 100 para vivir.
La última nota habló
de Janett, de su llegada a la atmósfera con gotas de Jupiter en su cabello, le
contó que actúa como el verano y camina como la lluvia, le recordó que hay
tiempo para cambiar. Gritó Hey hey! y le
dijo que desde que regresó de la luna, escucha como la primavera y habla como
junio. César se maravilló con su
travesía y le preguntó a la nota si ella había navegado por el sol, si fue a la
vía láctea y vio las luces que se desvanecen. Cayo con un cometa? vio una
estrella con cicatriz? me habrá extrañado cuando se cuidaba a si misma alli? La nota le dijo que desde que regresó de su
viaje del alma, escuchó a Mozart, hizo Tai Bo, casi no reconocía a César, pero
pudo hacerlo entender que puede volar con ella, que no estará más en la tierra
mientras ella vuele. César sollozó con
dicha, era su Janett en verdad una estrella, una hermosa galaxia, una luz que
viaja y navega planetas y llena su mundo de espectacular vida, de infinita
existencia. Era Janett su espacio, su
ser, su alma.
Las notas se
esfumaron sonrientes, la cajita se cerraba por ahora, y César le cambió el
cerrojo y la cubrió con un mantel oropel para protegerla de la lluvia. Decidió guardar antes un pequeño papel cuyo
contenido era lo más hermoso y preciado que haya podido crear en lo que va de
su vida. De su corazón sacó una pluma y
con tinta roja, escribió:
El tiempo se
transforma, como el universo, y las almas se derraman en la materia, en el
infinito. Y es allí donde te encuentro,
es allí donde nos fundimos en un breve instante de puro amor, y nada más
importa porque pese a nuestras formas, el resultado es el mismo, somo el espejo
sempiterno que no refleja mas que un mismo corazón, el sublime corazón del amor
eterno. Te amo Janett.