La Biblioteca Estelar

martes, 23 de abril de 2013

Memoria y sus misterios... Para mi amada


La tarde del lunes 4 de mayo de 2009, César se encontraba sacando del baúl de su memoria algunas cosas pendientes, algunas cosas que paseaban por esa pequeña caja dorada cuyo nombre de pila es Cabeza.  Una tormenta le había jugado mala jugada a César y había humedecido la pequeña caja dorada, haciendo su cerrojo un poco oxidado y prohibiendo que viera que había varias notas musicales que gritaban por salir desde hacía unos días.  La novia de César, Janett, introdujo algunas semanas atrás esas notas, escondiéndolas en su mente para sorprenderlo con lisonjas y loas de su amor, esperaba que él las encontrase y pudiera sentirlas al nivel que ella. El incauto César se consiguió unas pinzas y haciendo uso de su fuerza y destreza abrió el cerrojo para abrir la Cabeza, una vez abierta revisó el interior, y un festival de luces explotó a su alrededor, luces rojas, verdes, amarillas (como las manzanas de su novia), purpuras y rosas pintaron su cuarto.  Las notas salieron alegremente a seguir con esa animada fiesta, César pudo escuchar embelesado cada una de las loas que su fiel novia había guardado para él, lagrimas de alegría resbalaron por su mejilla, era afortunado de escuchar y sentir la intensidad de su amor para con su amada.

"Viendo tus ojos puedo descifrar el universo, el viento suave, el azul del cielo al fin lo entiendo que el mundo gira y que algún día he de morir contigo". Le murmuró una de las notas a su oído, "Y en esta historia no existe el tiempo porque en tus brazos reinventé el universo, al fin entiendo que el pasado y el futuro solo existen hoy", continuaba diciendo.  César comprendió que ese era justo su historia, su tiempo, su presente y su futuro, aquel que se cantaba, aquel que compartía con tanta pasión con su amada y sonrió, porque sabía lo que significaba, era su historia juntos y como gritó por último la nota: y hoy te amo!

Otra nota se posaba en su hombro, cándida le cantó con dicha, le decía tengo 15 por ahora, atrapado en los 10 y los 20, y solo sueño, cuento los caminos que llevan hacía ti.  Tengo 22 por ahora, ella se siente mejor que nunca y estamos encendidos, encontrando nuestro camino de regreso de Marte.  15 aun tienes tiempo, tiempo que comprar y tiempo que perder. 15, no hay mejor deseo que este, cuando solo tienes 100 años para vivir.  César se movía al ritmo del piano, la voz suave de la nota, circulaba por sus venas, las inflaba de tranquilidad y de ternura.  La nota seguía, y la vida pasó por un momento, 33 años, 45 y 67 años, y el mar y las estrellas protagonizaban la sabiduría del momento, los 99 años la reflexión de todo lo que nos forma en el camino.  César entendió que esa era la forma en que su novia quería expresarle que esos años los vivirían juntos, que verían el sol elevarse, que observarían el mar, que con cada pestañeo una pieza más de su rompecabezas se formaría y que estarían de la mano a los 99 años, porque solo tenemos 100 para vivir.

La última nota habló de Janett, de su llegada a la atmósfera con gotas de Jupiter en su cabello, le contó que actúa como el verano y camina como la lluvia, le recordó que hay tiempo para cambiar.  Gritó Hey hey! y le dijo que desde que regresó de la luna, escucha como la primavera y habla como junio.  César se maravilló con su travesía y le preguntó a la nota si ella había navegado por el sol, si fue a la vía láctea y vio las luces que se desvanecen. Cayo con un cometa? vio una estrella con cicatriz? me habrá extrañado cuando se cuidaba a si misma alli?  La nota le dijo que desde que regresó de su viaje del alma, escuchó a Mozart, hizo Tai Bo, casi no reconocía a César, pero pudo hacerlo entender que puede volar con ella, que no estará más en la tierra mientras ella vuele.  César sollozó con dicha, era su Janett en verdad una estrella, una hermosa galaxia, una luz que viaja y navega planetas y llena su mundo de espectacular vida, de infinita existencia.  Era Janett su espacio, su ser, su alma.

Las notas se esfumaron sonrientes, la cajita se cerraba por ahora, y César le cambió el cerrojo y la cubrió con un mantel oropel para protegerla de la lluvia.  Decidió guardar antes un pequeño papel cuyo contenido era lo más hermoso y preciado que haya podido crear en lo que va de su vida.  De su corazón sacó una pluma y con tinta roja, escribió:

El tiempo se transforma, como el universo, y las almas se derraman en la materia, en el infinito.  Y es allí donde te encuentro, es allí donde nos fundimos en un breve instante de puro amor, y nada más importa porque pese a nuestras formas, el resultado es el mismo, somo el espejo sempiterno que no refleja mas que un mismo corazón, el sublime corazón del amor eterno.  Te amo Janett.